Carón - Ciclo 9496 (Parte VI)

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Una vez alcanzado el 53% de recolección, según le indica Dalia, puede echar un vistazo al resto del módulo agrícola, dejando atrás la parte hortícola.

    En estos momentos, muchos de los árboles frutales están siendo sometidos a una simulación "invernal", con ciclos diurnos cortos y noches heladas para asegurar una buena cosecha más adelante. Los perales, de los que depende una parte de la vida social de la nave, están durmiendo. Parecen un montón de fichas de ajedrez estridentemente creativas, dispersas pero ordenadas en filas. Calvas, desnudas, secas y frágiles. No se parecen en nada a lo que pronto serán: un despliegue, una explosión y un desfile de color verde en sus aparentemente delicadas, aunque firmes, hojas, con flores blancas coronadas de estambres dorados con flotantes joyas granates.

    Este fenómeno proporcionará mucho más trabajo a Eliot y a sus compañeros. Existe un rechazo entre los de arriba a despertar a los polinizadores que tienen almacenados. Para los que dirigen el módulo, sería añadir un elemento caótico más que podría dar muchos disgustos y, como no será su tarea, son fáciles de sustituir con un sencillo kit de pinceles y una suerte de horas de trabajo paciente y anodino por parte de los últimos en la pirámide jerárquica del sector.

    Eliot puede imaginarse pasando horas y horas frotando sus pinceles de flor en flor. Siendo un 'esclavo sexual' para los perales, obligado a hacer de abeja para perpetuar este sucio ciclo frutal. Ese extraño pensamiento queda dando vueltas en su cabeza. Es mejor no decirlo en voz alta, sentencia.

    Se cubre con la chaqueta para cámaras en hibernación y se dirige al sector frutícola. Cruza la sección peral, totalmente a oscuras, con una temperatura cercana a los cero grados Celsius, puede ver con dificultad como su aliento toma forma al exhalar. Revisa si las yemas empiezan a asomar y comprueba que, en caso de aparecer, no se congelen.

    Sale de la cámara, deja la chaqueta para el compañero que la necesite y decide cruzar el bosque de bambú antes de irse. El proyecto absurdo de Bill. No ponemos polinizadores, pero generamos una suerte de "bosque" sin saber mucho sobre ello. Los ventiladores de cada lado de la cámara se encienden y apagan de forma aleatoria, haciendo que los largos troncos se muevan de un lado a otro.


La voz de Dalia surge desde su muñeca:

—Bill empezó este proyecto sin nuestra supervisión. No tuvo en cuenta la tigmomorfogénesis. Sin la exposición constante a distintas fuerzas mecánicas, las plantas crecen, pero no desarrollan resistencia a su propio peso. Se han retirado muchos ejemplares y se ha decidido generar corrientes de aire suaves pero constantes de forma aleatoria. El bambú crece muy rápido. Esta variedad es especialmente rápida. Se diseñó para obtener madera resistente en poco tiempo.

    Eliot observa en silencio la frondosidad que han obtenido. A pesar de sus fallos, el resultado a la vista es atractivo. Podría venir aquí alguna vez a relajarse. Los veinte grados, la humedad y el sonido de los troncos y hojas meciéndose forman un ambiente agradable.

—Eliot, tu jornada acaba de terminar. Debes dejar el material en la entrada, depositar las herramientas en su sitio para que sean desinfectadas y dejar sitio a tu relevo.

—Gracias, Dalia. —Eliot sigue absorto, mirando la cima de estos gigantes encorvados, lánguidos y apincelados—. Vamos... vamos a ver qué se cuece en la cantina.