Carón - Ciclo 9496 (Parte XI)
Guliver y Lena estaban derrotados. Apenas aguantaban los párpados en su sitio, pero su determinación de seguir a su pastor no tenía límites. Su papel físico en la performance de Yara había machacado su cuerpo después de una jornada de trabajo. Eliot los iba mirando de vez en cuando mientras conversaba con Bill y Yara en la mesa de la cantina, y tenía claro que resistían a retirarse solo para alargar, dentro de lo posible, poder disfrutar de la presencia de su líder. En cierto momento, uno de los numerosos cabezazos de Lena le hizo poner en peligro la integridad de su cráneo y el mobiliario de la nave. Eliot le hizo un gesto a Yara para que fuera buena con su camada.
—Nos vemos mañana, chicos. Claro, como siempre. ¡Descansad!
Eliot la miraba atentamente, sopesando si comentar con ella lo que Guliver hacía en sus ratos libres en el trabajo, calculando hasta qué punto podía resultar en un problema.
—Guli no es tan tonto como parece en un principio. —Eliot no puede evitar empezar a intentar sacar algo de información sin “vengarse” de alguna forma.
—Ajá... —Yara, con gesto incrédulo, llena su taza de la jarra de vino que Bill ha acercado a la mesa disimuladamente.— Sé que no te gusta nuestro grupo, lo que hacemos y, especialmente, no te gusta prácticamente nadie del módulo. Pero, chico, no tengo la culpa de que no te guste nada más que quejarte.
—Vale, vale. No iba por ahí. No insultaría al grupo, no lo respeto, pero no necesito faltar. No es eso. —Eliot baja el volumen y se acerca a Yara.— Hoy me he despistado un momento al intentar salir del módulo siguiendo las indicaciones de Dalia.
—¿Cuántas veces entras y sales? Aprender el camino debe de ser muy difícil...
—“Ja, ja”, no es eso, graciosa. Creo... —Por un momento duda si decirlo en voz alta.— Creo que Dalia me ha desviado a propósito. Ha sido muy extraño. He oído unas voces, pero luego solo he encontrado a Guli. Estaba muy raro, a la defensiva. Un poco... un poco agresivo incluso.
—No le caes bien. Es mutuo.
—Ya. No creo que sea eso. Guli hablaba con alguien que no he reconocido. Estaba dentro del módulo, en el bosque de bambú, pero no era de los nuestros.
—Imposible, Eliot. —Bill lo mira con gesto duro. Con la mano le hace indicaciones de bajar la voz mientras él sube la suya.— Puede ser que fuera alguien con permiso para entrar, pero todos servimos al mismo propósito. Es un espacio no exclusivo ni restringido de la nave; la comunicación entre sectores es crucial en la misión. —Bill le aguanta la mirada, abriendo mucho los ojos.
—Claro, tienes razón. —Bebe de su taza.— Para otro momento. Lo cierto es que Guli después me ha dado indicaciones para regresar, así que fantástico. Hasta hace un momento Bill y yo comentábamos qué es la muerte y si da miedo. ¿Qué opinas tú, Yara? Bill opina que la muerte no da miedo porque no la experimentamos directamente. Yo opino que eso es una gilipollez.
—Los intensos son los otros, ¡amigo! —Aprovecha el trago para darse unos segundos para pensar.— Creo que Bill tiene razón. Y opino igual que él: es importante que nos digas si ese sueño por el que te ha preguntado hace un momento sigue siendo recurrente.
Bill ofrece su taza para brindar, a lo que ella contesta jocosa.
—Ya. Otra vez equipo intensito. Bien, bien. Ahora me han ascendido, poca broma.
—¡Es verdad! ¿Qué conlleva esto, Bill? ¿Mejores raciones? ¿Mejores proyecciones nocturnas?
Bill niega con la cabeza mientras se le escapa la risa.
—Mejor que eso. ¡Traje nuevo! Y más problemas, claro.
—Ya sabía yo que Alba solo da regalos envenenados. A lo que íbamos. ¿Sigues viendo el castillo ese? ¿Has podido entrar?
—No todavía. Siempre estoy en algún sitio desde el que puedo verlo perfectamente: la puerta, algún camino en la cima de una colina rodeado de bosque o hierba, asomado a un acantilado... Pero no controlo lo que ocurre. Solo soy un espectador. Aunque... aunque todo es prístino, real, limpio... No sé. Parece tan de verdad como ahora mismo. Como veros a vosotros. Cuando despierto es muy confuso. No tengo claro que haya estado durmiendo.
—Ya. Mirad, yo he empezado hace poco a ver un pasillo metálico. Es igual que el que lleva de un sector a otro en el módulo agrícola, pero...
En ese momento, las pulseras de los tres empiezan a emitir una luz roja y una vibración. Han sobrepasado con creces su horario de sueño habitual y deben volver inmediatamente a sus habitáculos.
—Mierda. Bueno, vamos acercándonos a la cama o nos enviarán a algún pesado a cerrar esto. Ha estado bien. Aunque esto del vino no es para mí.
Los tres dan el último trago y dejan la cantina. Utilizan las cintas transportadoras para llegar antes. Antes de marcharse a la cama, Bill les deja un último pensamiento para que le den vueltas antes de dormir:
—Los sueños que tenéis, yo también los he tenido, no iguales, pero sí parecidos. Y llevan a algunos sitios... Uno de esos sitios es este pensamiento.—Bill se acerca a ellos y baja la voz todo lo que puede.
—¿Por qué trabajamos aquí si las IAs y los robots conjuntamente pueden hacerlo perfectamente sin nuestra ayuda?
Se separa lentamente y con una última sonrisa les hace un gesto de despedida.
—Pues eso, buenas noches. Mañana os quiero con vuestro uniforme nuevo.
Eliot y Yara se miran sorprendidos, sin decir nada, con cierto aire de paranoia. Se separan intentando hacer el mínimo ruido, no llamar la atención y entrando a su habitáculo haciendo un gesto con la cabeza como despedida.
