Mar de Sísifo - Parte I
Flotando. En silencio y mirando el cielo estrellado. En lo que parece la superficie oscura de un líquido que nunca termina y llega a todas partes, alcanzando todos los horizontes. Yara siente una paz infinita. Que parece que nunca termina. Una sensación onírica de paz que echaba mucho de menos.
Un golpe sordo. Rápido y limpio. Le tira desde el estómago violentamente, sumergiéndola hacia el fondo.
Todo a su alrededor vuela y gira, como un torbellino de burbujas, luces y sombras desorientándole.
Se
gira, detrás puede ver un pasillo de suelo y techo metálicos, pero, con
paredes transparentes. A través de los vidrios puede ver el exterior.
Es de noche. Allá fuera todo lo inundan la roca y la arena más crudas.
No es la Carón. Hay suelo firme y se puede ver el cielo.
Al
fondo del pasillo intuye dos figuras. Parecen tensas, dan vueltas
alrededor de una mesa mientras hablan gesticulando nerviosos. Yara se acerca a ellos instintivamente, como si estuviera viendo algo que le quieren mostrar.
Mientras se acerca, siente un escalofrío en la espalda y una voz potente le dice con voz ronca: "Veo los mimbres de la realidad y sus bloqueantes sosteniéndolos, los espacios que quedan entre ellos, por ahí te escapas."
Yara busca el orígen de esa voz, nerviosa, avanza por el pasillo, dejando tras de si una oscuridad que va engullendo el lugar que abandona.
Una de las figuras es una
mujer joven de cabello rizado y oscuro, con la mirada cansada y un gesto
de derrota exagerado por la energía que desprende en cada movimiento.
Sentía que la conocía desde hace tiempo.
—El
proyecto no debe usarse para provocar más dolor. No puede seguir esta
carrera a ninguna parte. Bueno, sí, a nuestra extinción.
—Laura...
—¡No! Te lo repito por última vez: Hifa no puede usarse para hacer daño.
—¡Laura!
El proyecto no es tuyo. Eres solo una trabajadora, la propiedad
intelectual y a todos los efectos es de la armada terrestre. Ya lo
sabes.
Laura se movía de un lado a otro negando con la cabeza.
—Te
equivocas. Esto es más grande que vosotros y vuestros intereses. Que
tus órdenes y tus uniformes. Hifa no sirve para lo que vosotros creéis.
No funciona así.
El comandante suspiró, cansado, abatido por otro
choque. Había dejado a esa niña llegar demasiado lejos. Todos estos
mentecatos creían que poseían algo de lo que hacían. Que la obra de su
vida tenía que darles significado. No entendían que todo eran órdenes de
arriba y que si molestaban lo suficiente, sus obras se pondrían en su
contra. Y nadie recordaría ni que habían existido. Había que poner punto
y final a este desaguisado.
—Mañana presentarás los resultados
obtenidos hasta ahora. Justificarás el posible uso de esta tecnología y
entregarás los prototipos a la armada. Se te relevará del cargo. Te
retirarás al sector venusiano que prefieras. Y allí haz lo que te
plazca. No le importarás a nadie porque no dirás nada de esto a nadie,
¿entendido?
—¿Qué va a ocurrir pasado mañana?
—Laura...
—¿Por
qué buena parte de la armada está en órbita y no responde a ninguna de
nuestras comunicaciones? Todas las lecturas térmicas de vuestras naves son claras y
sabemos que todos sus sistemas están en modo ofensivo.
—No hay
lecturas de nada. Tenéis que parar con esto. Estáis generando un caos
que no podéis controlar. Estáis metiéndoos a vosotros y a nosotros en un
problema que no entendéis.
—No somos tontos. Los mineros y los trabajadores tampoco. Sabemos lo que vais a hacer.
El
comandante cambió el gesto. Laura fue incapaz de leerlo… ¿ira? ¿asco?
¿sorpresa? ¿o solo la deshumanizaba lo más rápido posible porque el velo
había caído y ya podía ir preparando la resolución de sus últimas
órdenes?
—Termina tu trabajo. O atente a las consecuencias.
—No entendéis Hifa. Y no es lo que vosotros pensáis. Hemos abierto una puerta que no esperabamos.
—Laura.
—Hay
cosas que son más de lo que explican sus partes. No podéis desmontar un
ser humano en piezas y volverlo a montar esperando que siga vivo. Esto
va a removerlo todo.
—Eso decís de cada una de vuestras baratijas o
hipótesis indescifrables. Pedimos pistolas y bombas más potentes. Naves
más rápidas. Armaduras más fuertes. Y en este caso una forma de
seguridad nueva para todos. Y tenéis lo que pidáis a cambio de que nos
déis lo acordado. Pero, si no lo conseguís… Estaba claro cuando
aceptasteis.
—Esto no es seguridad. No podéis controlarlo. Esto es
más grande que el fuego, la rueda, la electricidad, los antibióticos,
internet o la fusión nuclear. Es el principio de mucho y el fin de
tanto, entre otras cosas, vosotros.
—Eso es como decir que es el fin de la muerte. O del tiempo.
—¡Ja! No hay alternativa a vosotros... Imagináis un mundo sin muerte pero no un mundo sin vosotros.— Laura sonríe, agotada. Esa respuesta le frustra, pero no esperaba otra cosa. —Todas esas cosas tan maravillosas que me contabas, ese afán de cuidar todo lo que es bueno y hermoso del mundo... ¿Qué fue eso? ¿mentir por mentir?
—No. No mentí. Pero...—Lleva el dedo índice a su boca y con la otra mano agarra un papel y un bolígrafo. Mientras habla en voz alta, escribe en el papel. —La seguridad de esta base es lo primero. Los intereses y la protección de las propiedades de Erebus son la principal misión de este escuadrón, y estos objetivos son compartidos por el resto de la humanidad. Aquellas conductas que pongan en peligro el bienestar y seguridad común serán castigadas y juzgadas como terrorismo.
Antes de marcharse deja el papel al lado de Laura. Y cuando la puerta se cierra le dirige una última mirada llena de preocupación.
"Ellos saben que lo sabéis. No saben nada de Hifa"
Rápidamente Laura lleva el trozo de papel al mechero bunsen que tiene en la poyata de su derecha y en segundos no deja rastro del mensaje. "Pronto este gesto será tan imposible como innecesario" piensa.
Yara puede oír el pensamiento de Laura en su cabeza y además siente que todo esto ya lo ha visto. Que conoce a estas personas.
En su nuca, el frío, se eriza la piel. Siente que alguien se acerca por detrás para decirle algo.
—Ha funcionado. Yara. Ya está.
De pronto el pasillo y la sala oscuros que los rodean se deshacen a toda velocidad en pequeñas partículas oscuras filamentosas que se reorganizan a gran velocidad de una forma que aunque caótica en un principio parecen guardar un orden oculto.
—Podemos empezar. Sesión 1451 en el Proyecto de Experimentación Civil y Militar de la plataforma Erebus número 84 en el Mar de Sísifo, planeta Marte.
Yara se encuentra en una sala muy luminosa y vacía salvo por dos personas sentadas en unas sillas de aspecto minimalista tanto en lo estético como en su intención de comodidad. Les mira y en seguida se da cuenta de que son otra vez Laura y el militar de hace un momento. Parece que no pueden verle y que están muy tensos y atentos a una pantalla de grandes dimensiones que tienen a pocos metros por delante.
—La Doctora Laura Patel, responsable del desarrollo de tecnología biofísica para comunicaciones, expondrá los resultados de los 12 meses de investigación. En la última sesión, la Doctora Patel pidió un aplazamiento de la presentación de los resultados. Alegó no haber conseguido cumplir los objetivos designados por el Alto Comisionado y por ello se le asignó un auditor militar, el comandante Müller, para que le guiara y comprobara si el proyecto se encaminaba a su objetivo.
Bien. Doctora Patel. Comandante Müller. Bienvenidos. Por favor, tomen asiento. Este tribunal goza de la garantía y libre elección del Alto Comisionado. Por favor, tienen el derecho de contar la verdad y el deber de no entorpecer ninguno de los intereses de Erebus y sus miembros. Doctora Patel, en estos 12 meses el Comandante y Auditor Müller ha seguido su trabajo y el de su equipo en el desarrollo de la tecnología Hifa. ¿En qué estado se encuentra en estos momentos? Y si no es ya definitivo su despliegue, ¿en qué momento los usuarios de la red Erebus podrían disfrutarla?
—Legítimos miembros del tribunal y acreditados líderes del Alto Comisionado. A día de hoy, podemos asegurar que la tecnología Hifa se encuentra en estado óptimo para desplegar su primer prototipo. Hemos definido las distintas fases y su orden para cumplir con nuestra misión. El comandante Müller, aquí presente, está de acuerdo en que en estos momentos estamos en una fase inmadura de este cometido, pero bien encaminada. Como saben, el interés por simplificar las bases y trajes que limitan nuestra vida en la superficie marciana nos lleva a buscar soluciones creativas. Las comunicaciones a través de Hifa nos permitirían ahorrarnos el despliegue de complejos sistemas de comunicaciones por toda la superficie marciana, utilizando los elementos que ya tenemos en gran número: seres humanos. Como les hemos explicado en las sesiones anteriores, Hifa se nutre del gran número de seres humanos presentes en las distintas plataformas Erebus por todo el planeta.
—Doctora Patel, por favor, disculpe la interrupción. El Alto Comisionado anima a no utilizar la expresión “seres humanos” para referirse a los sujetos y miembros de los objetivos experimentales para facilitar el desarrollo tecnológico de toda la humanidad. Prosiga.
—Claro, sí... —Laura no puede evitar lanzar una mirada de odio hacia Müller—. Perdonen, he perdido el hilo. Ah, sí, estos usuarios actuarían de nodos y la red se desplegaría a partir de estos de forma autónoma con unas sencillas adaptaciones fisiológicas.
La principal ventaja de Hifa, a diferencia de otros métodos utilizados anteriormente, es que no necesita prácticamente el uso de materiales inorgánicos o artificiales. Una vez las adaptaciones fisiológicas, que detallaremos más adelante, son aceptadas por el cuerpo de los usuarios y se consigue un número alto de estos, se produce un desarrollo prácticamente indetectable de la red uniendo fuertemente los hilos de pensamiento de distintas personas.
—Perdone de nuevo la interrupción. Tampoco es aconsejable el uso de la palabra “persona”. Siga la misma indicación que en el caso anterior.
—Claro. Disculpen. Cuando la red es suficientemente fuerte basta que el usuario quiera comunicar un mensaje voluntariamente con el resto de la red para que todos tengan que recibirlo. Hemos comprobado que esta red funciona a mucha distancia, y la relación de su alcance es exponencial al número de usuarios que la forman.
Por otro lado, debo remarcar que estas adaptaciones están en sus primeras fases experimentales. Algunos de los sujetos expuestos a ellas han sufrido lesiones físicas leves y graves, repetidos desmayos, tinnitus, infecciones fúngicas, delirios, cambios repentinos de la personalidad, apatía, depresión, ansiedad, alucinaciones, pérdida de memoria, lesiones cerebrales graves, catatonia e incluso la muerte.
—Doctora Patel, por favor, siguiendo la estela filosófica del Alto Comisionado, de momento céntrese en los resultados positivos.
—Sí. Claro. Por supuesto. Perdonen mi error. Entre algunos logros podemos decir que de los 3000 usuarios experimentales, solo fallecieron 1835 sujetos. Para más suerte, la mayoría de ellos cercanos a la edad de retiro de sus funciones. De los 1165 supervivientes, la mayoría sigue cumpliendo sus tareas y/o sirviendo como fuente de recambios de órganos.
Müller le dirige una mirada inquisidora y no puede evitar susurrar:
—Cuidado, Laura.
—Maravilloso, maravilloso, Doctora Patel. Tengo entendido que una gran parte de los usuarios retirados de este experimento pudieron servir para el desarrollo de la tecnología Aurora. Fantástico. Se ha mantenido una fuerte disciplina en torno al gasto de recursos propiedad de Erebus y la obtención de beneficios, tal y como nos indican las directrices del Alto Comisionado. Sin querer abandonar el tema que nos concierne hoy, simplemente recordar que algunas de las personas que forman este tribunal han podido alargar su dedicación a Erebus gracias al programa de granja de órganos que ofrecen las plataformas marcianas. Cumpliendo así con nuestro himno compartido: "Productividad alta por y para toda la humanidad".
Solo por añadir un apunte más: no utilice el término fallecidos con los sujetos experimentales, por favor, es preferible decir retirados. Siga con los hechos objetivamente positivos de su investigación, por favor.
